James Stirling

Glasgow, 1926-Londres, 1992

29/02/2000


Esta viñeta es una de las que más se apartan de la fórmula habitual. No se refiere a un cómic, porque no puede decirse que Alicia fuera un personaje del cómic. Pertenece al mundo anterior y decimonónico de la ilustración, a los antecedentes del grabado literario. Con todo, las peripecias dibujadas en los libros de Alicia configuran un personaje, bastante poco expresivo por cierto, que da entrada a una imaginería a mitad de camino entre el cuento de hadas y la caricatura del Punch. También el arquitecto británico tiene una imaginería peculiar, edificios bastante mágicos y con mucho cuento, y podían encontrarse en una ficción inglesa. Hay alguna otra viñeta de esta serie dedicada a un dibujante no necesariamente autor de cómics; como es la de Saul Steinberg, por ejemplo: es un homenaje a un maestro del dibujo. Pues la de Alicia lo es a un maestro del cuento. Hay un cierto encanto en imaginarse a Big Jim como un personaje de Lewis Carroll, el matemático cuentista, y en situarlo en una ilustración donde aparece con su habitual aspecto de desaliño controlado. El exceso de anacronismo impuesto hace que no hablen en globitos, como de costumbre, sino en textos al pie, y con letra de imprenta, como en el diecinueve.

El dibujo está tomado de las ilustraciones primitivas de Alice in Wonderland. Una Reina de Corazones de la época, que parece una caricatura de Isabel II, o quizá de la reina Victoria, se enoja al sorprender a los dos protagonistas enredando con juegos de arquitectura en sus dominios. Ya sabemos que era profundamente antipática y que tenía la manía de cortar cabezas porque sí, como Enrique VIII. Y no pierde ocasión ahora que ha sorprendido a Alicia y James Stirling haciendo obscenidades: nada menos que manipulando fragmentos de la arquitectura posmoderna del arquitecto, de laboratorio particular; fragmentos de fragmentos de otras arquitecturas. Se trata de la arquitectura como collage explicada por Colin Rowe y ejercida con ahínco en la década de los ochenta por un Stirling más que maduro. Así todo viene a cuento: también Alice es un cuento de fragmentos, unidos por el recorrido de su personaje, como el Garaje Hermético, otro wonderland, de la viñeta de Moneo y Moebius.


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