Óscar Niemeyer

Río de Janeiro, 1907

29/02/2000


El personaje de Óscar Niemeyer fue dibujado originalmente con el trío Johnson-Candela-Niemeyer, como un caso atípico; si bien hay otras historietas en las que algún arquitecto se cuela en la viñeta del homenajeado, como sucede en la de Meier, los intrusos no le roban el papel al artista principal. Pero el original de Niemeyer era un exaequo y hubo que deshacerlo para esta edición final de los 50 principales. Así que el brasileño se ha quedado con los focos y la escena para él. Ahora el fondo de la foto es Brasilia, la ciudad de las esperanzas modernas, en vez de la Bahía de Los Tres Caballeros donde Donald bailaba y se enamoraba con Carmen Miranda.

Decidí aprovechar la idea del original de componer el trío con el brasileño más un mexicano y un norteamericano, y dejar a Candela el papel de Pancho, ya que Niemeyer hace de José Carioca. En esta serie los constructores de estructuras españoles está ya representados por Torroja, pero no está mal que don Félix aparezca, aunque sea de refilón. Es verdad que Candela es sólo mexicano de adopción por vocación republicana, pero también es verdad que Niemeyer no parece demasiado criollo, sino un poscorbuseriano tropical. Johnson, en cambio, tiene ya su puesto en la serie y con ésta saldrá tres veces, batiendo todos los récords. Valga ello como desagravio ya que saldrá siempre disfrazado, de Joker, de plumero... y aquí de Pato Donald.

Niemeyer representa un momento feliz de Suramérica, el de la arquitectura a la vez moderna y tropical, un sueño que se quebró después por cuestiones de anorexia política y económica. Y Brasilia, la ciudad de la selva, era la gran esperanza. A Niemeyer le cupo dar forma al sueño del presidente Jucelino Kubitschek, y lo hizo con abundancia. También Los Tres Caballeros representan un momento feliz de Surámerica, el de la II Guerra Mundial de los cuarenta, cuando los Estados Unidos coqueteaban con sus recientes y forzosos aliados en una luna de miel victoriosa. La fábula del cumpleaños de Donald y su viaje a Río no deja de ser una metáfora de la mayoría de edad de USA y de la correspondiente fiesta en las colonias del Sur. Pero en todo caso nos dejaron de bueno al Pingüino Friolero, al Burrito Volador y la mambomanía.


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